NUEVO

martes, 22 de junio de 2021

Ganadores de II Concurso de Poesía y Relatos Cortos de FAMASA "Esperando la normalidad"

 

Una vez enviadas las valoraciones de los miembros del jurado compuesto por personas de la Federación (FAMASA), Ayuntamiento de Salamanca y expertos en la materia, han acordado que los ganadores sean los siguientes:

- Relato Corto ganador: "Esperando la nueva normalidad" de D. Benjamín Chamorro Morán de Zamora.

- Poesía ganadora: "Penélope y la invocación" de Dña.
María Fernanda Trujillo de Sevilla.

La entrega de premios y diploma acreditativo está por determinar y se avisará a los ganadores previamente.


ESPERANDO LA NUEVA NORAMALIDAD

Suena el altavoz ronco de estación y llena el aire con palabras de esperanza.

-dice- “Tiene prevista su llegada en los próximos minutos tren procedente del abismo y la incertidumbre pandémica, en pocos instantes hará su entrada. Viene atravesando puentes, e inciertos y oscuros recovecos y túneles plagados de sombras e impotencias. Sus pasajeros, demacrados, parecen haber atravesado el infierno embozados y paralizados por una pandemia incierta y desconocida hasta el momento. Camina con dstino a la “Nueva Normalidad” y tendrá entrada en esta estación para seguir camino de la vida. Tiene previstas paradas en las estaciones siguientes de “La Esperanza”, “Los Sueños Retomados” y de “El Mañana Nuevo”.

Decirles, que viene cargado de abrazos y besos retenidos y helados en el tiempo. Todos con la intención de compensar y regalar días perdidos de vida atrapada en el oscuro abismo del tiempo que se ha llevado la vida a la espalda del cielo, vidas sin despedidas ni abrazos, vidas que se han ido entre ese espeso humo que deja el tren como disimulo de normalidad. Amigos y compañeros que sentenciados sin causa, con la rabia de la tierra pegada a los dientes. Hombres y mujeres invadidos de impotencia. Vidas rasgadas y rotas a jirones, que nadie fue capaz de zurcir como lo hacían aquellas viejas y heroínas mujeres que zurcían para nosotros, incansables, con el huevo güero. Mujeres sin haber sido niñas que vivieron junto al canasto de la costura; y hombres infatigables que escribían poemas de sangre con su arado en la tierra, su tierra.

Ya sé que el tren dejó el pasado en el camino, pero no puede olvidar y cargar con aquellos sueños que se quedan encrespados entre la niñez y la cara de uno de estos residentes de hoy, y que un día también fueron niños de un ayer distinto y mísero.

Va cansando la vejez, y restando facultades, que no sueños. Vejez que nos rompe sin que parezca que importe demasiado a quienes nos contemplan con compasión. Los mismos que hoy nos deben sudores, abrazos, desvelos y consuelos que hace ya tiempo dejó perdidos en un andén el destartalado tren.

Tras este incierto viaje quedan aún muchas cosas por hacer y sueños que soñar; primaveras por pintar y palabras por decir. Sí, y lágrimas que derramar, y es que, como decía Einstein, “Quien no se sorprende por nada, ya está muerto”. Yo no quiero ser un muerto que vive entre los vivos. Espero, y quiero, que si llega la parca, como ha de llegar, lo haga con dignidad y no con estos argumentos de pandemia. Que venga dejando nuevos ecos de vida y no de lutos robados; que no nos regale tanta soledad y tanta angustia ¡Que no sea tan puta!. Que nos mire de cara a los ojos y sea mas generosa; que no se aproveche de angustias y miedos, que nos deje mirar por la ventana del cuarto sin que veamos cristales retorcidos que te cieguen el mañana. Cristales opacos de impotencia y de rabia. ¡Que no se vuelva a reír de la vejez!, porque topándome de cara con la incertidumbre que nos ha dejado esta pandemia, me hace pensar en lo que alguien, sabio, algún día lejano ya dijo: Dos cosas me admiran: la inteligencia de las bestias y la bestialidad de los hombres!.

Ya ha llegado el tren a la estación de “La Esperanza”, bastón en mano se van apeando lentamente los mas mayores. ¡El tren continúa su destino camino de la vida!.

¡Buen viaje, amigos!


PENÉLOPE O LA INVOCACIÓN

Un jardín
guardo para ti en el bolsillo.

Un nido de sílabas
en la frente llevo
hasta tu vuelta.

En las manos,
el eco de la tierra
y trazos de constelaciones
como preludio de un sueño inacabado.

En los zapatos,
semillas prendidas
de cuantos senderos anduvimos
o las huellas que el tiempo nos dejó,
anillos desdibujados en la arena,
allá donde el calendario era solo
humo, sin memoria.

Y en el corazón, brújula simpar,
madejas guardo
de lo que alguna vez olvidé decirte;
pero eso…, eso, amor mío,
mejor lo dejo para el día
en que hasta mí regreses,
cuando ya no muerdan los insomnios.



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